Trastornos Infantíles

Trastorno Obsesivo Compulsivo

Cuando hablamos de "obsesión" nos referimos a cualquier pensamiento o imagen mental que permanece en la conciencia de la persona, de forma repetitiva e indeseada. La "compulsión" es la actuación estereotipada de la obsesión que tiene la persona (ejemplo: si la obsesión está en los gérmenes, la compulsión podría ser lavarse con mucha frecuencia las manos). En las obsesiones siempre está presente la necesidad de realizar algún ritual, que va acompañado de ansiedad. Si este ritual es interrumpido, ello desencadena en el niño una crisis de irritabilidad y agresividad. Suelen desaparecer espontáneamente, pero en algunos casos ellos persisten al ser tolerados o incluso favorecidos por el medio familiar, quedando como rasgos de una personalidad obsesiva.

Es poco frecuente observar este trastorno en niños, antes de los 10-12 años. Es frecuente observar en la familia antecedentes de trastornos obsesivo-compulsivos o un carácter extremadamente obsesivo. Las investigaciones indican que el OCD es un desorden del cerebro que tiende a repetirse en las familias, aunque esto no significa que el niño necesariamente ha de manifestar los síntomas. Algunos estudios recientes demuestran que el OCD puede manifestarse o empeorarse después de una infección por estreptococos. Un niño puede desarrollar OCD sin tener un historial familiar.

Los pensamientos obsesivos varían con la edad del niño y pueden cambiar a través del tiempo. Un niño pequeño con OCD puede temer que le hagan daño a él o a un miembro de su familia, por ejemplo, que un intruso entre por una ventana o puerta abierta. La compulsión llevará al niño a seguir comprobando que las puertas y ventanas de la casa están cerradas aun después de que sus padres se acuesten, tratando así de aliviar su ansiedad. Al niño le dará miedo de haber dejado una puerta o ventana abierta sin darse cuenta mientras comprobaba si estaba cerrada y luego compulsivamente tendrá que comprobar otra vez si está o no abierta.

Un niño de edad escolar o adolescente con OCD puede tenerle miedo a enfermarse con gérmenes, al SIDA o a comida contaminada. Para poder sobrellevar estas ideas, el niño puede desarrollar "rituales" (comportamiento o actividad que se repite). A veces, la obsesión y la compulsión están vinculadas: "Temo que esta cosa mala pasará si dejo de comprobar o de lavarme las manos, así es que no puedo dejar de hacerlo aunque no tenga ningún sentido". Con frecuencia, los niños que sufren este tipo de trastornos:

  • Tienen un C.I. superior al de la media.

  • Presentan obsesiones y compulsiones juntas.

  • Tienen sentimientos de culpa.

  • Perturban su entorno con sus síntomas.

Hay toda una variación que va desde algunos rasgos obsesivos propios de una personalidad obsesiva (poco tolerante, rígida, súper ordenada) en algunos sujetos hasta llegar a la neurosis obsesiva cuyo trastorno incapacita al sujeto de forma importante. Esto es lo que marca la gravedad del trastorno. 

Algunos pacientes con este tipo de trastornos obtienen buenos resultados con medicación específica. La evolución varía mucho de un individuo a otro. El éxito del tratamiento está, una vez más, en un análisis individualizado y profundo del trastorno por parte de un especialista infantil.

La mayoría de los niños con OCD se pueden tratar mediante una combinación de psicoterapia (especialmente con las técnicas cognoscitivas y de comportamiento) y con medicamentos, como los inhibidores selectivos a la reabsorción de la serotonina (SSRI). El apoyo y la educación de la familia son también centrales para el éxito del tratamiento.


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