Trastornos Infantíles
Trastornos de Adaptación
Aquí se incluyen trastornos que se identifican no sólo por la sintomatología y el curso sino también por la presencia de un cambio vital significativo, que da lugar a situaciones desagradables persistentes que llevan a un trastorno de adaptación. Los trastornos agrupados en esta categoría aparecen siempre como una consecuencia directa de una situación traumática sostenida. Las circunstancias desagradables persistentes son un factor primario y primordial, de tal manera que en su ausencia no se hubiera producido el trastorno. Han de ser considerados como la expresión de una mala adaptación a situaciones estresantes graves en las que existe una interferencia con los mecanismos adaptativos normales y que, por lo tanto, llevan a un deterioro del rendimiento social.
En el trastorno de adaptación hay estado de malestar subjetivo acompañados de alteraciones emocionales que, por lo general, interfieren con la actividad social y que aparecen en el período de adaptación a un cambio biográfico significativo o a un acontecimiento vital estresante. El agente estresante puede afectar la integridad de la trama social de la persona (experiencias de duelo y de separación) o al sistema más amplio de los soportes y valores sociales (emigración, refugio).
El riesgo de aparición y la forma de expresión de las manifestaciones de los trastornos de adaptación están determinados de un modo importante, más que en el caso de los otros trastornos, por una predisposición o vulnerabilidad individual.
Los síntomas son muy variados e incluyen: humor depresivo, ansiedad, preocupación, sentimiento de incapacidad para afrontar los problemas, planificar el futuro o poder continuar en la situación presente. También se presenta un cierto grado de deterioro del cómo se lleva a cabo la rutina diaria. En los niños, suelen agregarse síntomas regresivos, tales como volver a tener enuresis, tener un lenguaje infantil o chuparse el pulgar. El cuadro suele comenzar en el mes posterior a la presentación del cambio biográfico o del hecho estresante, y la duración rara vez excede los seis meses.
Tiene diversas formas de manifestación:
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Reacción depresiva breve (menos de un mes).
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Reacción depresiva prolongada (no más de dos años).
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Reacción mixta de ansiedad y depresión, con predominio de alteraciones emocionales.
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Reacción mixta de ansiedad y depresión, con predominio de alteraciones disociales.
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Reacción mixta de ansiedad y depresión, con alteraciones emocionales y disociales.