¿Qué es lo más importante en esta situación?

Lo más importante es que los padres acepten y asuman desde el principio la realidad de que son una familia adoptiva para ese niño, y que, pese a sus buenas intenciones y deseos, eso es algo que no van a poder cambiar. El niño debe ser aceptado por su familia adoptiva tal y como es, procurando no anteponer para él expectativas propias, para nada reales, respecto a su realidad. La educación que reciba ese niño y el entorno en el que crezca, sólo podrán modificar en él, aquello para lo que esté genéticamente predispuesto, aunque sí supondrán algo realmente importante en el desarrollo de su personalidad.

La adopción es, para estos niños, parte de lo que son, por lo que pensarán en ella, sin remedio, durante toda su vida. Será fundamental, para ambas partes, que los padres ayuden al niño a expresar lo que siente y piensa, conversando de forma natural sobre el tema. La comunicación, la expresión, es siempre fundamental para que el vínculo se fortalezca. Los padres deben intentar mantener una actitud de escucha y comprensión, para que el niño les vaya confiando sus emociones sin temor. También deben ser sinceros con él, ya que de este modo aprenderá a ser sincero también y los vínculos de afecto se irán fortaleciendo.

Sea cual sea la edad del niño adoptado, es conveniente permitirle que lleve consigo objetos personales de su pasado, conocidos por él, pues necesita ese nexo, ese punto de partida conocido, para poder iniciar su nuevo camino.

¿Qué derecho inexcusable tiene el hijo Adoptado?

Los padres adoptivos deben aceptar el derecho del niño adoptado a saber todo cuanto sea posible sobre su adopción, y su historia de vida anterior. Contarle a un niño las circunstancias exactas de su adopción, le ayuda a disipar sus fantasías de culpabilidad sobre el tema: pensar "fui malo", o "algún problema debí tener o causar para que mis padres me dieran", por ejemplo. Si los padres intentan ocultar esta información, algún día, cuando el niño lo descubra, se sentirá engañado y traicionado, y será mucho más difícil reparar ese daño que el de las circunstancias que envuelven a una adopción. Podría quedar perjudicada la relación a futuro.

Es importante contestar a las preguntas del niño, aunque los mismos padres puedan tener escasa información al respecto. Sin embargo, no deben dudar en compartir lo que sepan, ayudando al niño a asimilar y a aceptar esa historia, adaptando los detalles a la edad del niño y a su madurez.

Es conveniente utilizar la palabra "adopción" de forma natural y en un sentido positivo, para que el niño se vaya acostumbrando a oírla y conocerla y los padres se habitúen a hablar de ello sin incomodarse. Los padres deben procurar utilizarla cuando se sientan física y emocionalmente próximos a su hijo (en el momento del baño, al sostenerle en brazos, etc.). Deben buscar el momento "afectivo" adecuado, según la edad del niño, para poder hacerlo.

¿Cómo se desarrolla la adaptación del niño a la nueva familia?

Un niño adoptado pasa por diferentes fases en ese proceso de adaptación, que siempre son las mismas, aunque su duración es variable. Son más breves cuanto más pequeño es el niño La facilidad en la adaptación es también mayor a menor edad del niño. La fase inicial es de angustia, en la que pueden ser frecuentes los llantos, el nerviosismo, el mal dormir, e incluso puede resentirse el apetito. En esta fase, el niño muestra rabia y dolor por el abandono. Para ayudarle a asimilar todo esto, es conveniente ofrecerle mucho contacto físico (abrazos y caricias, demostraciones de afecto), que le haga sentirse seguro y querido en esa, su nueva casa. La segunda fase es de adaptación, de conocerse mutuamente. El niño irá probando los límites de lo que puede y no hacer, de lo que puede esperar y recibir de las otras personas. También habrá largos períodos de llanto, y predominará la ansiedad por ambas partes. Los padres no deben olvidar, en ningún momento, que esas conductas no son algo personal contra ellos, sino consecuencia de su situación anterior. Con suave firmeza, habrá que irle marcando esos límites, que él tanto necesita, aunque aparentemente, se le esté contrariando.

¿De que manera influye la edad en la que un niño es adoptado en este proceso de adaptación?

Si el niño adoptado es un bebé que todavía no habla, los recuerdos de sus experiencias anteriores al momento de la adopción han quedado grabadas en su cuerpo sensitivo, en su mundo de sensaciones, y forman ya parte de su historia personal, a un nivel muy profundo. Cuando el niño ya se ha iniciado en el lenguaje, ya hay recuerdos en su memoria.

Entre los 2 y los 5 años, es muy conveniente ir hablando abiertamente sobre la adopción y sobre la historia de su adopción. Explicarle que él o ella nacieron y, luego, fueron adoptados, ya que en la fantasía de algunos niños puede estar el hecho de que al haber sido adoptados, ellos no han nacido. Es también conveniente describirle cómo era cuando le vieron por primera vez, aspecto, rasgos, ropa, emociones que sintieron al verle/a, al cogerle/a en brazos, el viaje a casa, etc. También es útil destacar lo excepcional de su llegada a casa, cómo fue, quiénes les esperaban para recibirle, cómo era su habitación, sus cosas, enseñarle fotos de ese día. No es bueno confundir al niño respecto al día en que fue adoptado y el que es su día de cumpleaños. Ambos se han de mantener diferenciados. En base a todo ello, irán creando su propia identidad y hay que ayudarles a que lo hagan. Entre los 5 y los 11 años, son muchas las experiencias y los recuerdos que han dejado huella en él. Gran parte de la rabia y el dolor sentido por la/s pérdida/s y la/s separación/es, irán dirigidas hacia los padres adoptivos.

La adopción de niños de esta edad, sí hace conveniente el apoyo de un profesional de la psicología durante las primeras fases de adaptación. En esos primeros años escolares, ellos mismos se sienten distintos a sus compañeros, aunque quizás aún no entienden muy bien por qué. En este período, ya escolar, el niño adoptado puede oír comentarios de sus compañeros que le pueden resultar dolorosos. Los padres debe escuchar lo que el niño les cuente al respecto, y ser sinceros con él. La adopción de un adolescente es poco frecuente y hace preciso soporte profesional, tanto a la familia como al chico/a, por la complejidad que puede devenir de la nueva situación sumada a la especial etapa de crisis que supone la adolescencia. Su crisis natural de identidad será más profunda que en un niño no adoptado. La adaptación por ambas partes será muy difícil. En esta etapa se juntará el intento de crear una nueva relación con los padres y la necesidad, propia del adolescente, de irse separando para convertirse en un individuo independiente. Aunque los padres le hayan demostrado su amor infinitas veces, ellos seguirán cuestionándose (por su condición) si son dignos de ser queridos por ellos. El proceso puede ser largo y lento.

¿Qué sentimientos suelen estar muy presentes en el niño adoptado?

Los sentimientos más comunes en los niños adoptados son el miedo a ser nuevamente abandonados por su nueva familia, tal como hicieron sus padres biológicos, la desconfianza hacia los adultos (que les han abandonado, defraudado) y el sentimiento de que nada perdura, de inseguridad ante todo, pues no conocen la estabilidad. Habrá que volver a ganar su confianza y, sobre todo con mucho amor y paciencia, pues el niño pondrá a prueba todo lo que pueda a sus nuevos padres, para ver si realmente les importa. Es en esos momentos límite, donde los padres no le pueden fallar, y deben seguir mostrándole su amor incondicional. Ello no significa aprobar todas sus conductas, sino ratificar su amor hacia él aun cuando éstas sean inapropiadas.

Las situaciones de separación, pérdida y abandono que, indudablemente, se repetirán en mayor o menor grado, a lo largo de su vida, serán especialmente mal vividos por el niño adoptado. Se mostrará especialmente sensible y reacio a iniciar relaciones basadas en la confianza, hasta que sus experiencias le vayan demostrando lo contrario.

 

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